La transparencia del soporte de la pintura nos instala en la ficción pictórica. Sin marco, el contorno, el trazo escarbado y la figura se entregan en su desnudez. La forma y el color se funden en el espacio y lo habitan. La mirada limita y cambia las referencias en un instante.

 El juego natural o artificial de la luz sobre estas obras transparentes provoca diferencias de tonalidades y de reflejos en una pintura que se transforma, que modula las sugerencias en cada lectura.

En este trabajo descubrimos series gestuales del artista de contorno preciso, obras donde los signos de esta escritura se mezclan y superficies con líneas de un solo tono, ondulantes, rasgadas por finas huellas estructurantes y categóricas de color negro.

Las esculturas ligeras y móviles nos introducen en un universo poético, luminoso, harmonioso, de tonos cálidos, de trazo seguro y contundente.

 “Creo formas que observo y no interpreto. Estas formas sugieren e implican otras que añado. Los espacios vacíos hacen respirar el cuadro y me introducen en él”. Javier Oyarzun