Sobre la obra de Miguel Guzmán - Graciela Amorín

 

En palabras del artista: “Todo parte del duelo de un mes con la cabeza de caballo de Selene en el British Museum de Londres, en paralelo con mi experiencia personal al enterarme de la enfermedad de mi padre.”

Este patio será parte de lo que Lucía Sancho, refiriéndose a esta obra, describe como “un contexto que la ayude, como lo hacen los cimientos, a establecer sus fronteras, sus límites y su punto de partida”.

Asistir a esta perfomance es posible porque, en la actualidad, arte es todo lo que alguien muestre como tal, a otros que así lo perciban, en donde sea viable exponerlo. Lo cual confirma la imposibilidad de expresar con un medio artístico lo mismo que con otro medio, la razón y necesidad de su coexistencia.

Este texto puede contrariar el deseo expreso de gran parte de los creadores de arte de acción, para quienes “la obra ha de ser fiel al momento como el momento mismo” (Isidoro Valcárcel Medina). Es un antes, una invitación a verla.

Pero también nos podría suceder, ante la perfomance de Miguel Guzmán, lo que le sucedió a Juan Ramón Jiménez ante el acto de otro:

“Sólo lo hiciste un momento;

     mas quedaste, como en piedra,

                                                 haciéndolo para siempre.”